No
todo el mundo procesa y almacena la información de la misma manera, según la
programación Neurolingüística (PNL), las personas captamos la información a
través de los sentidos de diferente forma, así habrá quién sea más visual,
auditivo o kinestésico (aquellos que perciben predominantemente por el tacto,
gusto u olfato).
Creo
que, sin lugar a dudas, yo me encuentro en ese tercer grupo y es que gran parte
de mis recuerdos están asociados a olores. En estas fechas, tan nostálgicas en
las que continuamente nos acordamos del pasado, me vienen una y otra vez a la
cabeza, las Navidades de cuando era niña. Mi hermana, Tamara y yo solíamos
pasar en casa de mis abuelos las vacaciones escolares de Navidad, también era
allí donde nos reuníamos toda la familia para celebrar la Nochebuena y la
Nochevieja.
Por
ello, las Navidades de mi infancia huelen a mis abuelos, sobre todo a mi abuelo
(en el recuerdo de mi abuelo, se mezcla el olor con el recuerdo de su
carraspeo antes de hablar), a las riquísimas comidas que preparaba mi
abuela (aunque en ese momento, no supiera apreciarlas), a mandarinas,
hojaldrinas, espumillón, árbol de Navidad y muñecos (ese olor avainillado tan característico
de los muñecos nuevos).
Cada
vez que percibo alguno de estos olores, mi mente se traslada a las Navidades de
mi niñez. Recuerdo con añoranza esos momentos felices de mi vida. Me gustaría
saber cuáles serán los recuerdos que tendrán mis pequeñas dentro de unos años,
espero que en su conjunto sus recuerdos sean tan felices como los míos.
¿A qué huele tu Navidad?
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